domingo, 18 de noviembre de 2012



Víctimas de violencia familiar:

Consecuencias psicológicas en hijos de mujeres maltratadas
Rosa Patró Hernández y Rosa María Limiñana Gras*
Universidad de Murcia

Resumen:  Las mujeres y los niños son las principales víctimas que sufren
la violencia doméstica o familiar. Mientras que en el caso de las mujeres
maltratadas existe una creciente proliferación tanto de investigaciones
como de recursos de ayuda, la atención e intervención sobre las consecuencias que se derivan para sus hijos es todavía bastante escasa. El objetivo del presente artículo es el de señalar  la gravedad de las repercusiones
que supone para los hijos de hogares violentos el haber sido víctima o testigo del maltrato familiar, haciendo especial hincapié en el aspecto traumático de tal experiencia y en las líneas básicas a seguir en la intervención y prevención de comportamientos violentos en estos menores.  Palabras clave: Violencia familiar; violencia doméstica; maltrato infantil; trauma psicológico; víctimas.

Introducción
El término violencia familiar hace referencia a cualquier forma de abuso, ya sea físico, psicológico o sexual, que tiene lugar en la relación entre los miembros de una familia (Corsi, 1994). Como todo abuso, implica un desequilibrio de poder, y es ejercido desde el más fuerte hacia el más débil con el fin
último de ejercer un control sobre la relación. Tradicionalmente, en nuestra sociedad, dentro de la estructura familiar jerárquica actualmente predominante, los dos principales ejes de desequilibrio los han constituido el género y la edad, siendo las mujeres, los niños y los ancianos las principales víctimas de la violencia dentro de la familia.
El fenómeno de la violencia doméstica o familiar se ha convertido en las últimas décadas en un asunto de máximo interés institucional y social atendiendo, principalmente, a razones como su elevada incidencia y la gravedad de las consecuencias que de él se derivan. El conocimiento real de la incidencia de este tipo de violencia se ve principalmente obstaculizado por la gran ocultación social que tradicionalmente ha ido asociada al sufrimiento de malos tratos por parte de una figura perteneciente al ámbito familiar. Por lo que respecta a la violencia familiar contra la mujer, y aunque existen estadísticas realizadas sobre el número de denuncias por maltrato por parte del cónyuge, se estima que los casos denunciados representan entre un 10-30% de los casos reales. De acuerdo con los resultados obtenidos en un estudio del Ministerio de Trabajo y Bienestar Social hecho público en el año 2000, se estima que alrededor de 2 millones y medio de españolas habrían sufrido algún tipo de maltrato por parte de sus parejas en algún momento de su vida.
                                                         
Esta cifra estaría representando a un 16% de la
población de mujeres españolas mayores de 18 años.  Respecto a los hijos de mujeres que han sido maltratadas por sus parejas, según un estudio realizado por Corbalán y Patró (2003) sobre una muestra de mujeres maltratadas residentes en centros de acogida , el 85% de los hijos fueron testigos de la violencia ejercida sobre sus madres, y en un 66,6% de los casos también ellos fueron maltratados, mayoritariamente de manera física y psicológica.
Debido a una mayor sensibilidad desde todos los ámbitos de la sociedad en los últimos años, el estudio, atención e intervención sobre las víctimas de esta violencia es hoy mayor y más efectivo. En el caso de la violencia doméstica hacia la mujer, además de la creación de un mayor número de recursos y ayudas institucionales, los programas de intervención sobre las consecuencias psicológicas que padecen las víctimas de este tipo de violencia han experimentado un mayor desarrollo y aplicación. Sin embargo, la situación de los hijos de estas mujeres, testigos del maltrato hacia sus madres y, a menudo, acompañantes en la salida de éstas del hogar, todavía no ha recibido una amplia atención. Las investigaciones llevadas a cabo hasta la actualidad sobre los hijos de estos hogares violentos, muestran la necesidad de una intervención
específica sobre las repercusiones que conlleva para ellos la exposición a una situación altamente traumática y desestabilizadora.  
 La familia como entorno potencialmente conflictivo.La familia como institución se ha considerado,históricamente, un ámbito privado donde el comportamiento de sus miembros se situaba fuera del control social. Las  creencias y mitos culturales asociados al sistema patriarcal han legitimado desde tiempos remotos el poder y la dominación del marido hacia la mujer y los hijos,  despojando a éstos de todo .

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